La pasión por la fotografía

La pasión es contagiosa. Da igual el tema por el que la persona se sienta apasionada porque cuando habla de él transmite una fuerza que nos alimenta. Hemos de diferenciarlo de la obsesión aunque a veces transiten terrenos muy próximos. La obsesión se queda en el pensamiento recurrente. La pasión incluye el corazón y las tripas. La totalidad de la persona está involucrada.

La pasión es el motor que hace que nos movamos por un camino que va atravesando etapas. No nos apasiona exactamente lo mismo cuando empezamos a andar que cuando llevamos un tiempo en ruta. Mi pasión es la fotografía desde que tenía 16 años y me quedaba fascinado con los folletos de las cámaras. Las etapas han sido muchas y variadas en estos cuarenta años: la pasión por los conocimientos técnicos, por el arte fotográfico, por la experiencia profesional y docente. Todo eso ha quedado atrás. Hace unos cuantos años que ese camino se ha encontrado con mi otra gran pasión, creo que incluso mayor que la fotográfica, la del conocimiento.

 

La fotografía es una Vía (con mayúsculas) porque nos puede ayudar a salir de esa trampa a través de poner nuestra atención en aquello que percibimos con los ojos. No es algo que uno haga una vez y ya está sino que necesitamos un entrenamiento y una práctica para ir fortaleciendo ese “músculo” interno.